lunes, 12 de noviembre de 2012

En busca del tiempo robado...Momo


























Se han cumplido unos cuantos años, en concreto 83, del nacimiento de Michael Ende, famoso por libros entrañables como "Momo" o "La historia interminable". Historias que me llevan a una época mucho más limpia, en la que mi inocencia se mantenía intacta y yo sufría mucho más por esa manía que tenemos en nuestra juventud de dar cabida a todo tipo de sentimientos, y, además, permitirles que nos invadan como un torrente que no llama a la puerta, que no nos da un aviso siquiera...Han pasado unos años, sí.

Momo es una niña que aparece retratada con la madurez que quisiéramos todos, un ser con una cualidad única: la de saber escuchar. Algo que puede parecer sencillo y es la más preciada de las virtudes, precisamente por ser una "rara avis" que no es abundante y que se convierte en especie en peligro de extinción. Momo escucha, comprende, soluciona problemas, atiende necesidades, se convierte en un personaje imprescindible, todo el mundo quiere ser amigo de Momo. ¿Y quién no querría serlo?

Pero aparecieron los llamados "hombres grises" y venden a todos la idea de que deben ahorrar tiempo, que todas los minutos y segundos son tan valiosos que no pueden malgastarse. Son vitales para la supervivencia de la sociedad, deben atesorarse en lugares seguros y acumular el máximo posible, el ahorro del tiempo es fundamental. Y todos caen en ese engaño, y empiezan a pensar que deben tener más, y más, y más. 
Más minutos, más tiempo que va a parar a manos de los hombres grises, que los consumen, los explotan y terminan por convertir en esclavos del tiempo a todos los seres humanos.

Y entonces, los hombres, mujeres y niños dejan de tener tiempo para hablar, para pasear, escuchar y ser escuchados, la vida es rápida y estresante porque hay que correr para conseguir atesorar el mayor número posible de minutos. Pero una vez conseguidos los minutos, los hombres grises quieren más y más, y más. Su avaricia es ilimitada, nunca hay tiempo suficiente, y hay que correr para buscar más tiempo. Un minuto más, un segundo puede ser vital. Y la vida se convierte en la esclavitud de los seres humanos, ellos mismos se han puesto las cadenas porque han creido en las promesas de los hombres grises.

Esto que es una historia maravillosa, que leí en mi juventud, cuando la vida se veía de un color claro y fascinante, se convierte ahora en una metáfora demasiado impactante de lo que estamos presenciando en estos convulsos tiempos de crisis. Momo era la heroina que luchaba para recuperar el tiempo de todos, y creiamos en ella, y yo me pregunto: ¿Es posible que Momo vuelva desde mi juventud para hacerme creer que mi tiempo puede recuperarse? ¿Alguien puede devolverme siquiera los dos últimos años? ¿Puedo volver atrás? Indudablemente, no es posible.

Recuperar el tiempo que nos ha sido robado se convierte en una utopía, algo en lo que ni siquiera es conveniente pensar, eso en lo que perdemos mucho más tiempo del que nos han robado. Ni siquiera Momo podría decirnos qué hacer para no sentirnos como estatuas de sal por haber mirado atrás y habernos dado cuenta de que nos ha sido robado una parte irrecuperable de nuestra historia.

Miremos siempre adelante, allí siempre estará Momo para hacernos ver que el sol que sale por el horizonte es más bonito que la oscuridad de la noche que dejamos atrás.

Y... ¡vivamos¡

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