lunes, 22 de diciembre de 2014

Allá donde estés


No pensaba hablar de la Navidad porque ya está dicho todo, o todo lo que es original, claro. Además, con los años, una se convierte en una muy particular Mrs. Scrooge que necesita la visita de los fantasmas de todas las navidades imaginables, y hasta un tirón de orejas que me haga recordar quién era cuando miraba con los ojos de una niña, y quienes me han convertido en lo que soy.

Lo que más recuerdo es ir cogida de la mano de mi padre, una imagen que siempre me hace pensar en que hay momentos en la vida en los que te sientes segura al lado de alguien, y lo importante que es esa mano porque nunca se olvida, pase el tiempo que pase, y te conviertas en quien te conviertas. Incluso cuando tu padre ya nunca te dará más la mano, a veces una se acuesta pensando: "Quiero soñar con que un pequeño milagro sea posible esta noche". Y que ese milagro te cure el alma, aunque sólo sea en sueños, y que, al despertar, te des cuenta de que tal vez no son tan raros los milagros, ni soñar, ni pretender que mi padre algún día vuelva a cogerme de la mano en Navidad.

Sólo hace falta creer, aunque sean tiempos de tinieblas y desesperanza, porque tal vez estamos en este mundo para algún propósito más allá de la mera existencia mientras esperamos desaparecer en la niebla. 

Quizás los milagros no están tan lejos y ocurren cada día.

Quizás...pero mientras: ¡¡¡Feliz Navidad¡¡¡

PD: Sí, la imagen es un poco friki, pero ¿no es entrañable y original? Si es que hasta los stormtroopers tienen sentimientos y niños a los que coger de la mano.


photo credit: Nukamari via photopin cc

domingo, 21 de diciembre de 2014

Maus o el Infierno




A veces lo único que me salva de la caída libre en un pozo sin fondo, es meterme en mi pequeño mundo lleno de palabras, escritas o leídas, y casi mejor éstas últimas. 
Siempre pienso que los pequeños o grandes demonios que todos llevamos dentro se esfuman cuando uno consigue descubrir qué es lo que le convierte en Ser Humano, y entonces, sin darte cuenta, desaparece todo aquéllo que te hacía encoger el corazón gracias a ese pequeño momento de magia que, dure lo que dure, ha ocurrido sin trucos ni engaños, y te hace sentirte como un niño que descubre el mundo por primera vez.

Hacía tiempo que estaba buscando el momento para leer la novela gráfica "Maus", de Art Spiegelman, que trata de manera dolorosamente realista sobre la trágica historia de sus padres, perseguidos por tener la mala suerte de ser judios durante la Segunda Guerra Mundial, en Polonia. 

Quizás todos ya conocemos cuáles fueron las experiencias vividas por millones de personas que estuvieron en la misma situación. Lo sabemos porque hemos visto películas, series, documentales, o hemos leído libros, revistas, etc. Pero seguramente no nos hacemos a la idea de lo que debe ser perder a toda tu familia y saber cuál ha sido su destino. Un destino que esperas todos los días que no te alcance a ti, y rezas como nunca has rezado para que la ruleta del destino no se pare en tu número porque, seguramente, has pensado que tienes todavía algunos planes de futuro en tu vida. Y serías capaz de las más inhumanas acciones para conseguir un minuto más de vida, algo que te quitará el sueño por el resto de tus días y te hará despertarte en mitad de la noche para huir de otra pesadilla más.

No, no podemos saberlo. Ni podemos saber cómo puede sobrevivir una persona a todo ese horror sin perder su más genuina esencia de ser humano, la que es clara y transparente como la mente de un niño. No podemos saber qué hace a una persona sobrevivir en la más absoluta oscuridad mientras pierde toda esperanza y hasta desea la muerte.

Y al final leí "Maus" de un tirón, no podía dejar de leerla, o de verla, mientras pensaba lo difícil que habría sido para su autor conseguir un premio Pulitzer gracias al dolor de varias generaciones de su misma familia. Tal vez alguien es capaz de sobrevivir a una vida de horrores para poder decirle al futuro que en ciertos caminos oscuros habitan demasiados fantasmas que nos harán tener pesadillas. Unos lo llaman memoria, otros lo llaman Historia, y, se llame como se llame, implica dar la dignidad robada a aquéllos que la perdieron para siempre en mitad de un camino.

Pensando en esto, mis fantasmas empequeñecen y llegan a desaparecer mientras esperan otra mejor oportunidad en la que me encuentren desprevenida. Y en estos momentos aprovecho para sacar de mi todo aquello que me convierte en ser humano, lo atesoro y lo conservo en la mejor urna para poder recordarlo cuando mi memoria sea más frágil.

Este año ni me atrevo a pensar en la Navidad, ni a escribir sobre ella, se escriben tantas cosas del mismo estilo ahora, que me resulta difícil encontrar algo que no sea lo mismo de siempre. Casi prefiero desear que la memoria nos deje y encontremos los motivos para seguir pensando en la superioridad de nuestra especie.

Pero siempre con esperanza, ¡¡qué daño hizo "Qué bello es vivir"¡¡ :))




photo credit: Xesc via photopin cc

viernes, 5 de diciembre de 2014

¡Y también, dos huevos duros¡


Ha sido pensar en la situación de La Scudería y la mente, ella solita, ha buscado en mis muchos recuerdos esta imagen...La mente, esa amiga traicionera que nunca abandona y siempre te dice la verdad, aunque no quieras ni intuirla.

Pues eso, mi mente traicionera me ha recordado que en el pasado estaba convencida de que Fernando Alonso se quedaría en Ferrari esperando un cambio de rumbo que se intuía con la llegada de Mattiacci, de nombre Marco, como aquél que se fue a buscar a su madre.

Y he preferido reírme de mi mente traidora y vengativa, de mi atormentada experiencia vital que me hace buscar una perfección que no existe, para acordarme de que hace poco decidí no tomarme nada en serio, ni esperar agradar a nadie, y menos a los que nunca se dejan agradar con nada.

Y puestos a perder la seriedad, a reírme de mí misma y hasta de mi sombra, creo que haré otro ejercicio de olvido y tiraré por la borda todo aquéllo que me quite el sueño y emborrone mis amaneceres, aunque no es precisamente la situación de Ferrari lo que me quita el sueño, lo que me hace despertar en mitad de la noche buscando agarrarme a cualquier cosa en mi caída al vacío.

No, eso no me quita el sueño ni la tranquilidad, pero me recuerda que estamos en un mundo tan loco, tan loco, que nos hace perder el rumbo muchas veces hasta que nos damos cuenta de que estamos todos dentro de un pequeño espacio del que no podemos salir sin pedir dos huevos duros.

Nos espera una nueva temporada de F1, y a Ferrari le espera un gran trabajo de reestructuración completa que, en mi opinión, no debe consistir en la apelación a un "Salvador de la Patria Rossa", ni en la resurrección de un pasado más laureado y sus viejas glorias. Si todavía no se han dado cuenta de cuál es el camino les esperan largos años de convivencia en la sombra de un camarote demasiado estrecho para la convivencia.

Pero ya dije que eso, ni nada, me quitará el sueño.


martes, 25 de noviembre de 2014

El destino y el viento


Tal vez sea cierto que todo lo que pasa en la vida de una persona sucede por una razón, o  que todas las personas que algún día coinciden a tu lado para compartir algunos de esos días que la vida nos ha regalado, llegan porque tenían ya una cita con tu destino. Y lo hacen con esa puntualidad extraña que no puede planearse, sin dejar margen a la improvisación o el azar. 

Quizás, pero sólo quizás, un día me dé cuenta de que hay personas que han pasado por mi vida porque no había otro remedio ni solución, sin que pueda echar la vista atrás para cambiar mi destino, sin poder subirme a ninguna máquina del tiempo que me ayude a borrar lo que es imborrable. Y quizás entonces pueda dejar de pensar porqué carajo aparecieron los que dejaron arrasado mi pequeño mundo y si era necesario derribar lo que había construido.

Tal vez nadie arrase lo que no tenía cimientos, simplemente se cae, y, hasta entonces, había estado sostenido por un pequeño viento traicionero y engañoso que tan pronto va como viene. Quizás alguien arrasa sólo lo que tenía que ser arrasado.

He dejado de preguntarme estas cosas para dejarme llevar por los vientos adonde quieran llevarme, dejando que me despeinen sin preocuparme por ello. He dejado de mirar al cielo con miedo a la lluvia, ahora sólo pienso en lo bien que huele la tierra mojada. 
He dejado de pensar que volveré una esquina y me encontraré con algún fantasma del pasado, ya no miro hacia abajo sino hacia el cielo, para poder ver por donde viene hoy el viento y su color, y esperarlo serenamente mientras me olvido del futuro y del pasado, y asumo que lo que vino o no vino, lo que se fue o no se fue, simplemente fue capricho de un viento llamado destino.

Tal vez, pero sólo tal vez, algún viento del Norte, Sur, Este u Oeste, me traiga algún olor, color, o sabor que me recuerde quién era yo cuando me preguntaba porqué ocurrían las cosas. Me servirá para recordar que hay preguntas sin respuesta y porqué ya sólo miro al cielo sin esperar más que al viento.


photo credit: ERIO via photopin cc

jueves, 24 de julio de 2014

Ferrari, Ferrari, ¿porqué nos abandonaste?



photo credit: Paul D'Ambra - Australia via photopin

























A veces luchamos demasiado por conseguir el éxito, pero ni sabemos lo que es, ni cuales serán sus consecuencias en nuestras vidas. Creemos que aquéllo que está lejos de nosotros, en un universo que nos parece inalcanzable, será el colmo de la felicidad y durará siempre. Y, sin embargo, la felicidad es un concepto efímero que no está ligado a nada concreto, es algo creado en nuestra mente para poder sobrevivir un día más.

Casi todos sabemos quién fue Enzo Ferrari, no voy a descubrir ahora datos nuevos sobre su figura, están en todas las hemerotecas del mundo y otros universos paralelos, sobre todo en aquéllos donde fueron los muchos pilotos que nos dejaron mientras soñaban con apurar la próxima curva a la máxima velocidad.



photo credit: Paul D'Ambra - Australia via photopin cc

Pero quizás, entre la estela que deja el éxito, es difícil pararse a pensar en las pequeñas tragedias que a todos nos acompañan, incluso a los que nos evocan lujo y glamour por todos los frentes.

La vida de Enzo Ferrari estuvo marcada por demasiadas tragedias personales, ocurridas todas ellas entre dos guerras mundiales en las que perdió a su padre y su hermano, sufrió la ruina de su empresa, vio morir a un hijo de 25 años y la enfermedad de su mujer, de la que acabó separándose.

De las muertes en carrera de algunos pilotos de la Scudería todos hemos leído ya mucho, y sabemos que sus nombres serán siempre recordados por jugar con su vida en un coche a demasiada velocidad, sin saber en qué Olimpo estarían en la próxima curva.











photo credit: Paul D'Ambra - Australia via photopin cc

























Incluso se dice que nunca se recuperó de la pérdida de Gilles Villeneuve, alguien a quién quiso como el hijo que había perdido, pero, ¿quién sabía lo que sentía un anciano millonario, fundador de un imperio? Quizás se habla mucho, y se hablará, pero la vida de una persona siempre es un misterio que no podremos descifrar nunca por mucho que especulemos.

Tampoco sabemos porqué, al final de su vida, se recluyó en su casa y dejó de asistir a eventos y saraos de todo tipo. Yo juraría que estaba hastiado de aguantar un mundo tan falso como el de la F1, porque, probablemente, la juventud aporta el suficiente valor para aguantar algo así, pero, llegado el momento final, uno se da cuenta de que, después de todo, se irá con las manos vacías, y que todos los que te persiguen y te adulan no estarán al lado de alguien al que se le agotan los días. 

El caso es que llevaba varios días pensando sobre lo que sentiría D. Enzo ante la situación actual del equipo que creó, más propia del jinete sin cabeza en Sleepy Hollow,(aunque seguro que éste último corre más que algunas de las creaciones de Ferrari en los últimos años), y me lo imagino echando humo desde el lugar en el que esté.

En resumidas cuentas, tenemos un equipo emblemático, con una historia impresionante forjada a lo largo de los años, con una cultura basada en la excelencia y la belleza, que ha ganado todo lo que se podría ganar en los muchos años de su existencia, y que, el último título que ganó fue en el 2008, y fue (casi) un regalito de McLaren.

Quizás no sea necesario volver a hablar (se ha hablado tanto que me aburre), sobre la etapa dorada en la que Michael Schumacher y su Ferrari eran imbatibles hasta el hastío. Esa época en la que la Scudería era el rival a batir bajo la dirección y gestión de Jean Todt (ese pequeño Napoleón) y de Ross Brawn. En realidad se ha hablado tanto sobre esta etapa que quizás todavía vivan y se alimenten en Ferrari de ella, como si se hubieran vaciado tanto para conseguir aquéllo, que se quedaron al final sin ideas.

Y ahora la situación es la siguiente: Una escudería de la envergadura de la Ferrari, dos pilotos dignos de ella, y una gestión deportiva digna de "Esta casa es una ruina", junto con un Presidente, cabeza muy visible y representativa, que es la versión pija de la Ángela Channing de "Falcon Crest". Una escudería que no ha levantado cabeza desde que se fueron Jean Todt y Ross Brawn para dejar paso a un Domenicalli que seguramente tenía muchísimos conocimientos sobre esto de los cochecitos a 300 km/hora, pero bastante poco sobre cómo gestionar un grupo de estas características.


Ya ni siquiera habría que mencionar que tienen a un piloto llamado Fernando Alonso, alguien considerado como uno de los mejores de la historia, luchando carrera a carrera con coches muy superiores y aportando unos resultados que no son reflejo del potencial del coche y de la gestión deportiva. Los que no saben ver esto, tal vez no hayan visto carrera a carrera desde 2010, o hayan visto algo que yo no he visto. Yo estoy cansada de leer y escuchar demasiadas barbaridades al respecto, y no estoy aquí para convencer a nadie, pero me parece muy evidente que Fernando nos ha regalado algunos de los mejores pilotajes de los últimos años (respecto a España, esto es algo que nunca hubiéramos soñado, pero ya he dicho muchas veces que somos un país extraño).

En realidad no hace mucha falta saber de coches o cuestiones técnicas al respecto, por eso pienso que, tras la marcha de Domenicalli y la llegada de un desconocido Marco Mattiacci (que, en teoría no sabe nada al respecto), la situación no es tan descabellada, pero lo cierto es que, reestructurar un grupo de trabajo requiere de mucho tiempo.

Lo que está claro es que Mattiacci ha llegado para cambiar una estructura obsoleta, con procesos anticuados, poco eficientes y eficaces, descoordinaciones, malos funcionamientos de determinadas áreas...no parece poco, y seguro que me quedo corta.
No hace falta saber demasiado para darse cuenta de que, cuando no funciona una empresa, hay algún problema, o muchos, y, normalmente, no es una sola persona la responsable de éstos. Mattiacci ha venido para encontrar todos esos problemas y solucionarlos, caiga quien caiga (y no es la primera vez que lo realiza con éxito). 

De momento ya han caído algunas cabezas, y se espera alguna más, pero también la llegada de un nuevo director deportivo (ya que su trabajo será ser el nuevo Montezemolo...eso dicen las malas lenguas). Un nuevo director deportivo cuyo nombre comienza con "R" y su apellido por "B"...según dicen por ahí, que yo sólo sé que no sé nada.

Y en esas estamos mientras Fernando Alonso deshoja mil y una margaritas, o eso dicen, aunque mi opinión es que le seguiremos viendo en rosso (yo todavía me resisto a volver a verle al lado de Ron Dennis, y no creo que sea fácil que se coloque al lado de una estrella plateada, y menos aún que beba ese brebaje con efectos voladores).

Este análisis daría para mucho más, pero acabo de comprobar que ya me he pasado en el proceso de juntar letras (vamos, que vaya rollo estoy soltando), y encima es verano en una ciudad, en la que vivo, en la que se desintegran las piedras y se recalientan los cerebelos con facilidad. Por ello, ahí os dejo con una foto de un bonito Ferrari que tuvo a bien conducir este señor llamado Fernando Alonso ( y que colocó en su exposición), y con el que casi gana el título en el 2010...prefiero no acordarme de porqué no lo hizo, ¡¡esas cosas hay que borrarlas de la mente¡¡







martes, 1 de julio de 2014

Un hilo invisible








A veces me pregunto qué extraño mecanismo es el que une a las personas, eso tan extraño que no es un papel, ni son cadenas o cárceles, que no puede verse pero sabemos que existe, a pesar del tiempo o la distancia. Simplemente está ahí, y no sabemos explicar qué es, sólo que nos une para siempre a un ser vivo, a veces lo llamamos amigo, otras veces compañero, amante, o todas las cosas a la vez. En realidad no es importante cómo lo denominemos, aunque nos empeñamos siempre en buscar nombres para lo que es innombrable.

La naturaleza humana es muy extraña, lo digo demasiadas veces. Somos capaces de lo mejor y también de lo peor, matamos sin sentido o morimos de la misma manera por algo que es más grande que nosotros, o eso creemos. Somos un cuerpo que se puede tocar, pero nos deja sin palabras lo que llevamos dentro y ni siquiera sabemos qué es. 

Pensamos y soñamos toda nuestra vida con descubrir cuál es el libro de instrucciones de nuestro interior pero nunca lo encontramos en nuestro idioma. Tal vez no hemos aprendido los suficientes idiomas como para entendernos a nosotros mismos, lo mismo que en Babel.

Y, sin embargo, nos queda claro y cristalino que existen seres vivos que nos acompañarán siempre, aunque ni podamos tocarlos. Sabemos que no habrá tiempo ni distancia que nos separen o nos hagan olvidar que algún día entraron dentro de nosotros y descifraron nuestros mensajes más ocultos. No sabemos donde iremos mañana, pero sí que esa presencia que nos acompañó durante un tiempo de nuestras vidas, siempre aparecerá aunque insistamos en borrarla.

Somos eternos aprendices de lecciones que se imparten en silencio, y a lo largo de nuestro aprendizaje hemos tejido con hilos invisibles que nos unen para siempre a otros seres que son una continuación de nosotros mismos. Y tejemos sin saberlo porque no podríamos prescindir de todo aquello que completa nuestro pequeño puzzle.

A veces rompemos los hilos invisibles, otras veces los rompe el tiempo, o la vida, o algo que ni entendemos, pero queda eso que nos despierta en sueños para recordarnos que tenemos una parte de nosotros en un universo paralelo, y no vale negarnos la evidencia, siempre estará ahí.

Me gustaría pensar que hay algo más grande que esta existencia llena de cosas banales que nos hacen denominar a lo que nos rodea según todo lo añadido que le rodea.
Y también me gustaría creer que en mi vida habrá seres que sepan mirar en mi interior y comprender que no tienen más remedio que tejer un hilo invisible que no nos separe jamás. 

Sólo hace falta creer, y saber mirar bien.





photo credit: SaRita*LaMermaid via photopin cc

miércoles, 25 de junio de 2014

Un día en la exposición de Fernando Alonso



Lo prometido es deuda, voy a hacer una pausa para dejar de protestar por la realidad social, o para dejar de analizar sentimientos y pensamientos...y simplemente os contaré mi visita a la Exposición de Fernando Alonso en Madrid, en días en los que había todavía alguna esperanza en el campeonato 2014...¡¡Ohhh, ilusión¡¡ Con Ferrari siempre te esfumarás¡¡


Y es que hay espacio en la vida para todo, y momentos en los que además de pensar sobre la vida y los sentimientos, una debe salir a la calle y...¡¡¡Vivir¡¡¡¡ y hasta decir tonterías y reír, bueno, eso siempre, eso es obligatorio, además, ya he dicho que es una promesa.


Y ahí tenéis lo primero que una se encuentra al salir del metro: ese pedazo de torre (por llamarlo de alguna manera, en realidad es un depósito de agua, estamos hablando del Canal de Isabel II) con la foto de Alonso en lo más alto que ya nos indica que no nos hemos perdido, pero tranquilos...no hay que subir allá arriba, a no ser que seas Spiderman y tengas esa particular afición escaladora.




Lo siguiente que se encuentra es este cartel con la foto del susodicho en el que no se le notan ni las cejas; a mi lado había una señora opinando sobre las características faciales y corporales de Alonso, con las siguientes palabras técnicas: Pues está guapo el...en fin, que quería decir que el fotógrafo había aprovechado muy bien el tiempo y el espacio para ofrecer una imagen favorable (la pedantería a veces hasta viene bien, y si no, que se lo digan a los políticos, con su particular habilidad para hablar sin decir nada).







La cosa empezaba con la época de Alonso-niño, vamos, en su etapa con los karts, en los que me detuve bastante, la verdad, porque me resultó muy curioso ver las imágenes de algunas carreras de estos minicoches y sus peculiaridades, por no hablar de la zona más visitada y fotografiada: la que guarda la primera licencia de FA...¡¡¡con 3 años¡¡¡ ¡¡¡Pero si con 3 años uno ni se ha quitado los pañales¡¡¡ Y encima, por lo visto, certifica que el churumbel conocía todas las normativas y reglamentaciones sobre automovilismo...¡¡¡Todas¡¡¡ ¡¡¡No una, ni dos¡¡¡ En fin, yo con tres años no recuerdo haber tenido tal nivel de conocimientos, apuntaba maneras, pero no hasta ese nivel del recopón (palabra técnica que simboliza todo aquello que tiene un volumen considerable y ostensible).

La foto es de muy mala calidad, en mi defensa diré que no me dejaban hacerla como Dios manda, pero aprecien ustedes el detalle de las rodilleras.,, ¡¡¡ ahí se ve a una madre¡¡¡¡¡





Aquí os presento el Minardi, a su lado estaba el coche con el que ganó el Euro Open Nissan Movistar, si no recuerdo mal.

Al fondo se ven los monos, cascos, guantes, etc.  de cada temporada, así como los trofeos...cuando los hubo, claro.
No es una zona muy transitada, pero mi impresión es que no se puede entender el presente sin observar lo que hicimos en el pasado.

Y Alonso corrió su primera carrera de F1 en este coche, un Minardi, en Australia 2001. Ya ha llovido, pero supongo que a él no se le olvidará esa primera carrera, o sería bueno no olvidarla porque uno empieza a subir desde el escalón más bajo.













Años 2005 y 2006: Los años del triunfo y de los dos campeonatos del mundo





El R-25 junto al trofeo del Campeonato

El R-26 y el trofeo...ese coche que venció a Schumacher...
Las Michelin...más que importantes.



































¿Qué decir de estas tres imágenes? Fueron años muy buenos, seguro que todos lo recordaremos durante muchos años.
Yo espero que algún día haya algún otro campeonato que recordar. Eso si Ferrari no lo impide, que ya será mucho pedir, aunque también me están gustando las especulaciones miles que hay sobre la posibilidad de conseguir otro título en otro equipo...y hasta se habla de McLaren. Sobre esto sólo puedo decir que hasta que no lo vea...

Quizás merecerían un capítulo aparte estos dos años, 2005 y 2006,porque tal vez cuando volvamos la vista atrás podremos darle la importancia que tiene lo conseguido en estos años, ahora quizás no tenemos la suficiente perspectiva, o no queremos tenerla.



Y llegamos a 2007, ese año lleno de polémicas y desencuentros entre Fernando Alonso y su nueva escudería: McLaren. Largo sería de contar todo lo que pasó aquél año, pero ya lo cuenta mucho mejor un gran experto de la F1, Carlos Castellá, en una serie de posts relacionados con el tema y que merecen ser leídos, y hasta enmarcados. Léanlos, ¡¡¡no me sean vagos¡¡¡





Quizás el mejor coche que ha pilotado FA...quizás, quizás, quizás...Del mono ya no opino






































Y por fin llegamos a esos dos años fatídicos, 2008 y 2009, en los que no se sabía muy bien si lo que pilotaba Alonso, ese hombre con cuello más que vitaminado y mineralizado, era una cafetera o un coche con sus cuatro ruedas y hasta motor. 

Y precisamente porque soy de naturaleza romántica y dada a estar al lado de los  perdedores, me fui a hacer una foto al lado del peor coche de la historia (sí, ya sé que los hubo peores...pero hay que hacer esto un poco literario):  ¡¡¡Sí¡¡¡¡ Al lado del Renault de 2009, de cuyo nombre mejor olvidarse, pero que ahí está, con todo su color amarillo chillón y queriendo hacerse notar.

Lo que no se puede negar es que no tengo ni un poco de vergüenza, nadie se hacía fotos en esta parte de la exposición...me dio hasta pena del pobre Renault, con la épica que nos aportó...

Pensaréis que me olvido de esos coches de color rojo, en concreto el F-10 y F150 Italia (cuando fui no estaba el F2012), pero quizás es que ese capítulo merece un post enterito e individualizado...juraría que sí. Y si ya pienso en la crisis ferrariana, eso ya merece una serie entera al estilo de Falcon Crest (incluso creo que D. Luca le da un aire a Ángela Channing)

Pero será en el siguiente capítulo, que ya os he cansado bastante, creo.

En próximos episodios: Ferrari, Ferrari, ¿porqué nos abandonaste?.. o algo así.

Y, sobre todo, mis disculpas si existe algún error en cuanto a años, coches, escuderías, etc. porque ya saben: sólo sé que no sé nada, que decía uno en Grecia.

lunes, 23 de junio de 2014

Alicia a través del espejo






(Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero. “Animales de los espejos”, en Manual de Zoología Fantástica”; 1957)

En noches como ésta, en la que la intuición augura sueños más reales que la consciencia, pienso en Alicia y su viaje maravilloso. Recuerdo la historia de Lewis Carroll y me invade la necesidad de perderme en ensoñaciones que me lleven a conocer a los más extraños personajes, o, quizás, ser la Alicia que se convierta en Reina pasando a través de un espejo.

Y sin embargo, lo que me encuentro a través de muchos espejos, no es esa jugada de ajedrez que juega Alicia hasta convertirse en Reina, y no encuentro los reflejos de la Reina Roja o la Blanca. A veces tan solo encuentro una imagen desvaída de una persona que ha mirado demasiado en otros espejos antes que en el suyo propio.

En el libro de Carroll, Alicia se convierte en una viajera mágica que consigue atravesar el espejo y vivir la realidad o ficción que existe detrás de éste, conoce personajes fantásticos y juega con ellos una partida de ajedrez, con reglas reales e inventadas a partes iguales. En el desenlace, consigue llegar al final del tablero y se convierte en reina, siguiendo las reglas del juego.

Resulta difícil no asumir que los mundos imaginarios de Carroll no sean demasiado reales y basados en nuestro prosaico mundo más cercano, son demasiadas las comparaciones o las metáforas que pueden establecerse en la invención de sus extraños universos y personajes.
Y, sin embargo, a veces me pregunto si no es más real el mundo imaginario que intuyo a través de los espejos, esos universos paralelos que quisiera inventar y soñar desde pequeña. A veces miro a mi alrededor y encuentro un mundo más extraño e irreal en la vida que me rodea.

Y también me pregunto qué es lo que miran los demás cuando me ven, a veces no hacen falta palabras para intuir lo que es. Pero ya no quiero hacerme estas preguntas, he pasado demasiado tiempo intentando buscar respuestas que estaban más cerca de lo que pensaba, y que ahora ya no necesito ni tienen la importancia que les daba. 
He buscado lo que no necesitaba mirando a los ojos de las personas que me ofrecían una imagen distorsionada de mí misma, y es tiempo de volver la vista hacia el lugar correcto en el que buscar. Estaba muy cerca, pero yo muy mal orientada.

No tenía más que mirar en mi espejo, y entrar en el mundo que se reflejaba, para entender lo que soy, lo que quiero ser, y lo que no cabe ya dentro del espejo.
Tal vez ahora es el momento de comenzar a jugar esa partida de ajedrez, y divertirme jugándola, con los personajes que me quieran acompañar en mi viaje hacia el final del tablero, allí donde todos nos convertimos en soberanos de nuestras vidas.

Empieza la partida. ¿Alguien juega? 




photo credit: Daniel Semper via photopin cc

lunes, 2 de junio de 2014

Un lugar en el mundo


Hace ya muchos años de mi infancia, pero hay cosas que no se olvidan nunca, se quedan grabadas en la memoria sin ninguna dificultad, quizás porque tu inocencia te impide poner barreras a nada, o tal vez porque algún día aprendí a no dejar de mirar con los ojos de entonces.

Yo nací en un barrio de la periferia de Madrid, una zona industrial que aún sigue en pie, como todos los sitios donde la gente humilde consigue echar raíces muy profundas y se deja la piel por conservar lo que considera suyo. De esos sitios que se quedan dentro y vuelven a ti de manera recurrente a través de olores, sabores, imágenes, colores...esas pequeñas cosas que luego te acompañarán el resto de tu vida.

No sé si uno es de donde nace o de donde habita, todavía no he encontrado la respuesta. Lo único que sé es que una siempre vuelve a los tiempos en los que huele a verano y se oyen risas de niños que juegan en la calle. Ese tiempo en el que todavía no has aprendido lo que es el miedo, ni sabes de qué color es el dinero, un tiempo para mirar al mundo con los ojos más limpios que tendrás nunca.

Probablemente, uno de las imágenes que he guardado con más cariño desde entonces, es el de las flores silvestres, esas que nadie quiere ni recoge, aquéllas que estaban en los descampados cercanos a mi casa, que eran las únicas zonas verdes por entonces, y donde, por supuesto, jugábamos todos los días con la firme creencia de que era el mejor lugar del mundo. Y todavía lo sigo creyendo. 

A veces me pregunto cual es mi lugar en el mundo, ese donde quisiera que mis raíces crecieran hasta hacer brotar las más bonitas flores silvestres. Me he preguntado siempre a quien pertenece una cuando no ha conseguido echar raíces en ninguna parte, cuando ha dejado atrás de manera recurrente todo aquéllo que ha querido.

Me pregunto demasiado y no encuentro ninguna respuesta más que aquellas que me dicen que soy una persona desarraigada destinada a no pertenecer a ningún lugar. Y, sin embargo, a veces mientras paseo por el campo la vista se me pierde hasta encontrarme con algún color ya familiar, algún olor a verano, alguna flor salvaje...y entonces me acuerdo de quién soy y de donde vengo. 

Yo pertenezco a ese descampado de enfrente de mi casa, a ese sitio con flores silvestres, a esas calles de barrio pobre, a las vías del tren que no iba a ninguna parte, a las fábricas cercanas llenas de trabajadores muy humildes que emigraron desde todas las regiones de España. Soy de donde mis recuerdos son más claros y transparentes, del lugar en el que he caminado con total inocencia, del sitio al que jamás volví pero nunca he dejado.

Si algún día quiero recuperar la infancia que llevo dentro, no tengo más que mirar las flores, ahí estoy yo y ahí está mi lugar en el mundo.



photo credit: Martin_Heigan via photopin cc

jueves, 29 de mayo de 2014

Woman in chains

Hoy es uno de esos días en los que no me importa salir de la serenidad a la que me obligo en beneficio de mi salud mental, para romper todos los esquemas y que mi indignación sea más evidente.

La historia de las mujeres a lo largo de la humanidad, se me ha venido hoy encima como una losa  para recordarme que una se levanta mil u una veces antes de conseguir tenerse en pie y alcanzar el horizonte.


Y, cuando te crees que lo has visto todo, de repente se suman mil y una cosa más que te hacen darte cuenta de que has vuelto al punto de partida y tendrás que volver a levantarte y empezar de cero para buscar otra vez aquéllo que creías ya tuyo.

Ni siquiera se me ocurre que sea importante contar uno a uno todos los hechos que, sumados, convierten mi aparente tranquilidad en un grito ahogado. No hace falta que ilustre a nadie sobre quienes son aquéllos y aquéllas que son eternamente sometidos y olvidados. No hablo de hombres, ni de mujeres, sólo de personas cuya debilidad se convierte en su castigo, unas veces son hombres, otras veces son mujeres y otras veces son niños y niñas.

Y, sin embargo, la imagen de 200 niñas secuestradas por fanáticos religiosos ha sido esa gota que llena un vaso ya demasiado cargado de sombras, fantasmas que me han hecho recordar historias de mujeres cuya vida ha sido la suma de muchas luchas, sufrimientos y caídas. No hace falta más que recordar las cosas que me contaba mi madre, una mujer que vivió en una época en la cual se pasaba de la autoridad del padre a la autoridad del marido, un tiempo, que parecía lejano, en el que las decisiones sobre tu vida no eran cosa tuya, ni eso formaba parte de tus pertenencias.

Pero siempre he llevado muy mal convertir la vida en queja para dejar que la energía se la lleve el viento. Bastante difícil es levantarse algunas mañanas con la sonrisa puesta sin saber ni cómo lucirla, pero, con el tiempo, aprendí que ésta siempre acompaña a quien mejor la cuida, como las plantas y los animales.

Y, para cuidar mi sonrisa, y la de miles de mujeres, hoy quiero volver a levantarme para decir que sí, existimos, casi todos los días, con más o menos fuerza. Nos levantamos e iluminamos la vida, nos acostamos y damos color a los sueños, reímos, lloramos, hablamos por los codos y amamos como nadie sabe ni se atrevería nunca a soñar.

Nos movemos siempre en una cuerda floja muy delgada, cargadas del peso de muchos siglos, de la historia de miles de mujeres, de los hijos e hijas que tuvimos y los que no pudimos tener, del peso del amor que regalamos, y del dolor del que perdimos y nunca volvimos a encontrar. 
Nos vestimos con millones de colores que sólo podemos apreciar nosotras, y adornamos nuestras cadenas con las flores silvestres de cientos de caminos recorridos durante años, para no olvidarnos nunca de ver la belleza de la vida, aunque a veces no exista más que en nuestros sueños.

Tal vez esto que escribo son sólo cuatro palabras que no leerá nadie, quizás nada cambiará y mañana seguirán brillando miles de cadenas. Con seguridad yo seguiré pensando y sintiendo por todas las personas que algún día soñaron con tener alas y no cadenas, me seguiré emocionando con miles de colores y sabores e imaginaré el momento en el que mis sentimientos lleguen a los rincones más fríos.

Hoy me acuerdo de la sonrisa de miles de mujeres, y me olvido de sus ataduras y sus miedos.

Hoy, como cualquier día, es buen momento para no olvidar quienes somos, quienes fuimos y quienes queremos ser. Es buen momento para ser una mujer sin cadenas.

Y sería bueno dedicar lo que escribo sobre las mujeres a todas aquellas personas que no entienden lo que sentimos. Es tan sencillo como pasear por una playa descalza y mirar al horizonte mientras piensas que, con seguridad, hay algo más a partir de allí. Y que, de repente, lo haya.


PD: Aquí abajo hay una bonita canción de mi grupo preferido de los 80: Tears for Fears.
No se me vayan ustedes sin escucharla, es una pequeña maravilla dedicada a todas las mujeres encadenadas.



photo credit: Eneas via photopin cc

lunes, 5 de mayo de 2014

Todo sobre mi supermadre...o casi


Sí, ya sé que se ha pasado el día de la Madre, pero, ¿desde cuando me preocupa a mí hacer las cosas al revés? y si a alguien le preocupa, tengo algo que decirle...o mejor ya otro día.


Me pregunto también qué podría decirse sobre la madre de una que no resulte más que lo mismo de siempre. Eso mismo me planteaba anoche a las 4:00, mientras hacía fuerza mental para dormirme, contaba ovejas, pensaba en las cosas qué tenía que hacer...esos pensamientos que le surgen a una persona con el sueño más ligero que los trajes de Tarzán.



Y, mientras me imaginaba algo original que pudiera decirse, me acordé de otros tiempos en los que ya hablé sobre mi madre, y sobre la falta de madre en otras personas, y sobre el hueco enorme que deja su ausencia, y sobre las familias poco comunes de hoy en día, que surgen del amor y no de los convencionalismos.
 Me sentí afortunada por no poder recordar ningún momento en el que no me acompañara su imagen.

Naturalmente, las madres no son perfectas. Pero casi, y si no lo son, dan el pego tan perfectamente, que las vemos tal cual que en la imagen.

Y todo ello a pesar de momentos como:
  • Cuando regaló tus gatos en cuanto te fuiste a estudiar fuera.
  • Cuando "decoró" de manera singular tu habitación.
  • Cuando desmanteló tu estantería y tuviste que llamar a Paco Lobatón para buscar tus libros.
  • Cuando te sentabas a la mesa y, por arte de magía, te aparecía más comida en el plato al mínimo descuido.
  • Cuando te diste cuenta de que un estómago para tu madre no es un estómago: ¡¡¡es el bolso de Mary Poppins¡¡¡ O sea, ¡¡¡un lugar donde puede entrar de todo¡¡¡
  • Cuando te das cuenta que mientras comes, te espía para que no te dejes nada en el plato.
  • Aquél en el que te das cuenta de que si no te gusta la morcilla en el cocido, la pondrá, la tendrá en su plato y te negará haberla puesto.
  • Que los tomates para ella tienen vitamina A, B, C o D...o hasta X.
  • Y, además, que su bolso... ¡¡¡también es el bolso de Mary Poppins¡¡¡ Que lo mismo lleva una bolsa de magdalenas que el botiquín del Hospital.
  • E incluso te planteas que ella misma no sea... ¡¡¡Mary Poppins¡¡¡ 
Y no digo más porque una madre es una madre, y hay que guardarle un respeto, o dos o tres, o te dará una colleja de tal magnitud que se te quitará la tontería para siempre.

Cuando pienso en mi madre me planteo que será de mi vida cuando ella no esté, pero, en previsión de esto, le he hecho prometerme que no se morirá nunca.
Y parece ser que está de acuerdo con la idea. Al fin y al cabo, una heroína nunca muere.


lunes, 31 de marzo de 2014

Algún día alcanzarás la gloria


Hoy me desperté pensando en todas aquéllas personas que pasaron por mi vida y que ahora no son más que extraños, y me invade una extraña nostalgia al pensar en todos aquéllos momentos que guardé y no recuerdo donde. Y es que la memoria, a veces, se convierte en algo que nos ayuda a seguir respirando cuando ya no nos queda aire.

Y me he acordado mucho de Mark Webber mientras veía el Gran Premio de Malasia de F1. Sólo un año antes se convertía en protagonista en el mismo sitio, al protagonizar, junto con su compañero Sebastian Vettel, un patético episodio que ponía en evidencia que no era él quien estaba llamado a la gloria.
Porque a veces ésta está construida a base de pequeños golpes de suerte, y otras veces está hecha a base de golpes a secas.

Normalmente no escribo mucho de F1 en este blog porque, aunque es una de mis grandes pasiones, elegí leer y aprender de los que saben mucho más que yo, y en ello sigo, por eso me paseo de vez en cuando por sitios como "El infierno verde" (un remanso de paz y exquisita prosa formulaunera...y de la vida misma), o me gusta practicar el noble arte de la carcajada visitando "Vicisitud y Sordidez", o "Paranerdos digitales" (puestos a ver carreras tipo "bodrio", por lo menos con algo de humor). Podría mencionar a muchas más personas que pueden dar lecciones de temas de motor en general, como Carlos Castellá, Carlos Barazal, David Plaza...entre otros, que hay más.

No escribo precisamente porque todo lo que debe decirse, ya lo dicen personas mucho más conocedoras del tema que yo, y, sin embargo, en algunos momentos me parece que hay algo que sería bueno decir, y, en ese momento me acuerdo de Webber y del caso "Multi 21", y recuerdo que no hace tanto, sólo un año, que Mark soñaba con la gloria,  que quizás todos en algún momento hemos tenido sueños que se quebraron.

Y entonces me traiciona la empatía y comprendo demasiado bien lo que puede sentir alguien que ve como los demás suben a lo alto, allá donde tú mismo quieres subir pero nunca tendrás lo suficientemente cerca porque quizás ya pasó tu momento.

Y me pregunto qué es la gloria, qué implica para una persona correr a más de 300 km/hora para ser recompensado con un momento en el que todas las luces te deslumbran mientras miras, desde lo alto, y no puedes ver nada más que la adoración de los que ni te conocen.

Quizás las personas somos mucho más que un momento efímero y merecemos ser recordadas por algo más que nuestros éxitos o fracasos, tal vez seamos merecedores de ese pequeño minuto de deslumbramiento en el que no oímos nada más que las palabras de admiración y reconocimiento, mientras los sentidos se nos nublan y perdemos la noción del tiempo. El tiempo de la caída siempre podrá llegar, pero ese momento permanecerá para siempre.

Por suerte o desgracia, esto de la F1 es un deporte basado en competir por llegar el primero a una meta demasiado esquiva para algunos. Bien lo sabe Felipe Massa, o, incluso un Fernando Alonso cuyo enorme talento dormita en una escudería incapaz de ser líder año tras año, y con un exceso de soberbia que le impide ver cuales son sus errores, y que no sólo están en los aspectos más técnicos, que también.

Pero, en realidad, los héroes, los dioses, y todos aquéllos que son grandes, lo son mucho más cuando están caídos, precisamente porque no hay nada más valiente que levantarse cuando ya no tienes nada, y decidir que seguirás adelante con la nada por horizonte.

Mientras, yo aquí seguiré aprendiendo, sin la gloria por horizonte, con el todo y la nada...intentando recordar donde puse mis recuerdos y mis ilusiones.




photo credit: IDR via photopin cc

miércoles, 26 de marzo de 2014

"...Y la vida os hará libres"




La vida está llena de cadenas que nos atan, algunas incluso invisibles, aunque no por ello menos capaces de inmovilizarnos. Es probable que todos nos lleguemos a convertir en seres sin rostro, sin identidad ni conciencia, sin futuro ni esperanza, sin camino por recorrer y que sean nuestras cadenas y ataduras la única seña que nos identifique.

Es probable que en esta vida hayamos ya escrito nuestro destino con tinta indeleble, que hayamos marcado a fuego las heridas que nos apagarán, que ya no nos quede nada nuevo por descubrir. Y, aún así, nos levantamos todos los días, con la esperanza de que algo cambie, sin siquiera mover un dedo por hacerlo.

Conservamos la esperanza en lo imposible, en lo maravillosamente raro y desconocido, nos movemos alrededor de todo aquéllo en lo que nadie ya cree, y, sin embargo, en algunos momentos, creemos tocar el cielo con un dedo y ser creadores de las cosas que nos hacen ser grandiosos. Y convertimos sueños en realidad, elevamos nuestra mirada a la luna, y hasta creemos tocarla con los dedos.

Y entonces...despertamos. Pero el sueño nos hizo libres en ese maravilloso instante en el que nuestras manos alcanzaban la luna, y hasta alguna estrella.

No sabía cómo hablar de la libertad sin que pareciera algo ya demasiado gastado a golpe de palabras sin significado. Sigo sin saber cómo hacerlo, y sigo sin saber qué palabras, qué colores, qué sonidos podrían hacer justicia para todo lo que significa esa capacidad del Ser Humano de ser dueño de su destino.

Vivimos en un País demasiado viejo, con heridas ya cicatrizadas pero que no dejan de doler, en una tierra demasiado tiempo pisada y olvidada. Por momentos hemos conservado la esperanza de dejar atrás lo peor de nuestro pasado, y, sin embargo, vuelve recurrentemente para recordarnos que las heridas duelen, y que el olvido nos convierte en fantasmas sin memoria ni identidad.

Hemos enterrado viejos recuerdos, y antiguos dolores, y hasta aquéllos amores que sólo fueron sueños. Hemos recorrido demasiados caminos polvorientos en soledad, y todavía seguimos sin saber adonde nos llevarán nuestros pasos.

Y, sin embargo, siempre pensé que el verdadero camino ya quedó marcado en una época pasada en la que olvidamos las dictaduras y nos sentamos a hablar unos con otros, incluso del tiempo y la vida, con más o menos trascendencia, pero olvidando que, algún día, hablar se convirtió en un artículo demasiado caro.

Y quisiera decir hasta qué punto recuerdo aquéllos años en los que soñábamos como niños en una España distinta, con un camino sin bifurcaciones, sin dudas, sin elecciones difíciles. Y me gustaría tener a mi lado todo lo que se ha ido para no volver, las personas, los sueños, los ideales, e, incluso, esas ilusiones a las que me niego a renunciar, por mucho que la racionalidad me aceche.

Ahora que se ha ido uno de los símbolos de nuestra España, recuerdo con claridad qué era esa época para mí. Era una etapa de palabras, siempre palabras con significado, que ahora cobran su verdadera importancia porque me llevan a descubrir cómo he llegado adonde estoy, a ser quien soy. Y, sobre todo, que lo soy porque alguien estuvo a mi lado y me empujó para que yo fuera una mujer con criterio y opinión propia. Que me escuchó y discutió conmigo sin pararse a pensar lo raro que era hablar de política y temas similares, con una niña de 14 años. Nunca pensé en la importancia de todo esto en mi vida, y, últimamente he descubierto que mi destino va unido al de aquellos padres que me hicieron cómo soy a base de una sola palabra: Libertad.

Y, en base a la libertad, quiero agradecérsela a todos aquéllos y aquéllas que han luchado para que yo la tenga, y para que haya podido elegir ser quién soy...le pese a quién le pese.

Tal vez las palabras de Chaplin en "El Gran Dictador", sean las más indicadas en momentos en los que no creemos ya en nada y buscamos algo, por pequeño que sea, que nos haga recuperar nuestra dignidad...porque "pensamos demasiado, y sentimos muy poco".