jueves, 29 de mayo de 2014

Woman in chains

Hoy es uno de esos días en los que no me importa salir de la serenidad a la que me obligo en beneficio de mi salud mental, para romper todos los esquemas y que mi indignación sea más evidente.

La historia de las mujeres a lo largo de la humanidad, se me ha venido hoy encima como una losa  para recordarme que una se levanta mil u una veces antes de conseguir tenerse en pie y alcanzar el horizonte.


Y, cuando te crees que lo has visto todo, de repente se suman mil y una cosa más que te hacen darte cuenta de que has vuelto al punto de partida y tendrás que volver a levantarte y empezar de cero para buscar otra vez aquéllo que creías ya tuyo.

Ni siquiera se me ocurre que sea importante contar uno a uno todos los hechos que, sumados, convierten mi aparente tranquilidad en un grito ahogado. No hace falta que ilustre a nadie sobre quienes son aquéllos y aquéllas que son eternamente sometidos y olvidados. No hablo de hombres, ni de mujeres, sólo de personas cuya debilidad se convierte en su castigo, unas veces son hombres, otras veces son mujeres y otras veces son niños y niñas.

Y, sin embargo, la imagen de 200 niñas secuestradas por fanáticos religiosos ha sido esa gota que llena un vaso ya demasiado cargado de sombras, fantasmas que me han hecho recordar historias de mujeres cuya vida ha sido la suma de muchas luchas, sufrimientos y caídas. No hace falta más que recordar las cosas que me contaba mi madre, una mujer que vivió en una época en la cual se pasaba de la autoridad del padre a la autoridad del marido, un tiempo, que parecía lejano, en el que las decisiones sobre tu vida no eran cosa tuya, ni eso formaba parte de tus pertenencias.

Pero siempre he llevado muy mal convertir la vida en queja para dejar que la energía se la lleve el viento. Bastante difícil es levantarse algunas mañanas con la sonrisa puesta sin saber ni cómo lucirla, pero, con el tiempo, aprendí que ésta siempre acompaña a quien mejor la cuida, como las plantas y los animales.

Y, para cuidar mi sonrisa, y la de miles de mujeres, hoy quiero volver a levantarme para decir que sí, existimos, casi todos los días, con más o menos fuerza. Nos levantamos e iluminamos la vida, nos acostamos y damos color a los sueños, reímos, lloramos, hablamos por los codos y amamos como nadie sabe ni se atrevería nunca a soñar.

Nos movemos siempre en una cuerda floja muy delgada, cargadas del peso de muchos siglos, de la historia de miles de mujeres, de los hijos e hijas que tuvimos y los que no pudimos tener, del peso del amor que regalamos, y del dolor del que perdimos y nunca volvimos a encontrar. 
Nos vestimos con millones de colores que sólo podemos apreciar nosotras, y adornamos nuestras cadenas con las flores silvestres de cientos de caminos recorridos durante años, para no olvidarnos nunca de ver la belleza de la vida, aunque a veces no exista más que en nuestros sueños.

Tal vez esto que escribo son sólo cuatro palabras que no leerá nadie, quizás nada cambiará y mañana seguirán brillando miles de cadenas. Con seguridad yo seguiré pensando y sintiendo por todas las personas que algún día soñaron con tener alas y no cadenas, me seguiré emocionando con miles de colores y sabores e imaginaré el momento en el que mis sentimientos lleguen a los rincones más fríos.

Hoy me acuerdo de la sonrisa de miles de mujeres, y me olvido de sus ataduras y sus miedos.

Hoy, como cualquier día, es buen momento para no olvidar quienes somos, quienes fuimos y quienes queremos ser. Es buen momento para ser una mujer sin cadenas.

Y sería bueno dedicar lo que escribo sobre las mujeres a todas aquellas personas que no entienden lo que sentimos. Es tan sencillo como pasear por una playa descalza y mirar al horizonte mientras piensas que, con seguridad, hay algo más a partir de allí. Y que, de repente, lo haya.


PD: Aquí abajo hay una bonita canción de mi grupo preferido de los 80: Tears for Fears.
No se me vayan ustedes sin escucharla, es una pequeña maravilla dedicada a todas las mujeres encadenadas.



photo credit: Eneas via photopin cc

lunes, 5 de mayo de 2014

Todo sobre mi supermadre...o casi


Sí, ya sé que se ha pasado el día de la Madre, pero, ¿desde cuando me preocupa a mí hacer las cosas al revés? y si a alguien le preocupa, tengo algo que decirle...o mejor ya otro día.


Me pregunto también qué podría decirse sobre la madre de una que no resulte más que lo mismo de siempre. Eso mismo me planteaba anoche a las 4:00, mientras hacía fuerza mental para dormirme, contaba ovejas, pensaba en las cosas qué tenía que hacer...esos pensamientos que le surgen a una persona con el sueño más ligero que los trajes de Tarzán.



Y, mientras me imaginaba algo original que pudiera decirse, me acordé de otros tiempos en los que ya hablé sobre mi madre, y sobre la falta de madre en otras personas, y sobre el hueco enorme que deja su ausencia, y sobre las familias poco comunes de hoy en día, que surgen del amor y no de los convencionalismos.
 Me sentí afortunada por no poder recordar ningún momento en el que no me acompañara su imagen.

Naturalmente, las madres no son perfectas. Pero casi, y si no lo son, dan el pego tan perfectamente, que las vemos tal cual que en la imagen.

Y todo ello a pesar de momentos como:
  • Cuando regaló tus gatos en cuanto te fuiste a estudiar fuera.
  • Cuando "decoró" de manera singular tu habitación.
  • Cuando desmanteló tu estantería y tuviste que llamar a Paco Lobatón para buscar tus libros.
  • Cuando te sentabas a la mesa y, por arte de magía, te aparecía más comida en el plato al mínimo descuido.
  • Cuando te diste cuenta de que un estómago para tu madre no es un estómago: ¡¡¡es el bolso de Mary Poppins¡¡¡ O sea, ¡¡¡un lugar donde puede entrar de todo¡¡¡
  • Cuando te das cuenta que mientras comes, te espía para que no te dejes nada en el plato.
  • Aquél en el que te das cuenta de que si no te gusta la morcilla en el cocido, la pondrá, la tendrá en su plato y te negará haberla puesto.
  • Que los tomates para ella tienen vitamina A, B, C o D...o hasta X.
  • Y, además, que su bolso... ¡¡¡también es el bolso de Mary Poppins¡¡¡ Que lo mismo lleva una bolsa de magdalenas que el botiquín del Hospital.
  • E incluso te planteas que ella misma no sea... ¡¡¡Mary Poppins¡¡¡ 
Y no digo más porque una madre es una madre, y hay que guardarle un respeto, o dos o tres, o te dará una colleja de tal magnitud que se te quitará la tontería para siempre.

Cuando pienso en mi madre me planteo que será de mi vida cuando ella no esté, pero, en previsión de esto, le he hecho prometerme que no se morirá nunca.
Y parece ser que está de acuerdo con la idea. Al fin y al cabo, una heroína nunca muere.