miércoles, 25 de junio de 2014

Un día en la exposición de Fernando Alonso



Lo prometido es deuda, voy a hacer una pausa para dejar de protestar por la realidad social, o para dejar de analizar sentimientos y pensamientos...y simplemente os contaré mi visita a la Exposición de Fernando Alonso en Madrid, en días en los que había todavía alguna esperanza en el campeonato 2014...¡¡Ohhh, ilusión¡¡ Con Ferrari siempre te esfumarás¡¡


Y es que hay espacio en la vida para todo, y momentos en los que además de pensar sobre la vida y los sentimientos, una debe salir a la calle y...¡¡¡Vivir¡¡¡¡ y hasta decir tonterías y reír, bueno, eso siempre, eso es obligatorio, además, ya he dicho que es una promesa.


Y ahí tenéis lo primero que una se encuentra al salir del metro: ese pedazo de torre (por llamarlo de alguna manera, en realidad es un depósito de agua, estamos hablando del Canal de Isabel II) con la foto de Alonso en lo más alto que ya nos indica que no nos hemos perdido, pero tranquilos...no hay que subir allá arriba, a no ser que seas Spiderman y tengas esa particular afición escaladora.




Lo siguiente que se encuentra es este cartel con la foto del susodicho en el que no se le notan ni las cejas; a mi lado había una señora opinando sobre las características faciales y corporales de Alonso, con las siguientes palabras técnicas: Pues está guapo el...en fin, que quería decir que el fotógrafo había aprovechado muy bien el tiempo y el espacio para ofrecer una imagen favorable (la pedantería a veces hasta viene bien, y si no, que se lo digan a los políticos, con su particular habilidad para hablar sin decir nada).







La cosa empezaba con la época de Alonso-niño, vamos, en su etapa con los karts, en los que me detuve bastante, la verdad, porque me resultó muy curioso ver las imágenes de algunas carreras de estos minicoches y sus peculiaridades, por no hablar de la zona más visitada y fotografiada: la que guarda la primera licencia de FA...¡¡¡con 3 años¡¡¡ ¡¡¡Pero si con 3 años uno ni se ha quitado los pañales¡¡¡ Y encima, por lo visto, certifica que el churumbel conocía todas las normativas y reglamentaciones sobre automovilismo...¡¡¡Todas¡¡¡ ¡¡¡No una, ni dos¡¡¡ En fin, yo con tres años no recuerdo haber tenido tal nivel de conocimientos, apuntaba maneras, pero no hasta ese nivel del recopón (palabra técnica que simboliza todo aquello que tiene un volumen considerable y ostensible).

La foto es de muy mala calidad, en mi defensa diré que no me dejaban hacerla como Dios manda, pero aprecien ustedes el detalle de las rodilleras.,, ¡¡¡ ahí se ve a una madre¡¡¡¡¡





Aquí os presento el Minardi, a su lado estaba el coche con el que ganó el Euro Open Nissan Movistar, si no recuerdo mal.

Al fondo se ven los monos, cascos, guantes, etc.  de cada temporada, así como los trofeos...cuando los hubo, claro.
No es una zona muy transitada, pero mi impresión es que no se puede entender el presente sin observar lo que hicimos en el pasado.

Y Alonso corrió su primera carrera de F1 en este coche, un Minardi, en Australia 2001. Ya ha llovido, pero supongo que a él no se le olvidará esa primera carrera, o sería bueno no olvidarla porque uno empieza a subir desde el escalón más bajo.













Años 2005 y 2006: Los años del triunfo y de los dos campeonatos del mundo





El R-25 junto al trofeo del Campeonato

El R-26 y el trofeo...ese coche que venció a Schumacher...
Las Michelin...más que importantes.



































¿Qué decir de estas tres imágenes? Fueron años muy buenos, seguro que todos lo recordaremos durante muchos años.
Yo espero que algún día haya algún otro campeonato que recordar. Eso si Ferrari no lo impide, que ya será mucho pedir, aunque también me están gustando las especulaciones miles que hay sobre la posibilidad de conseguir otro título en otro equipo...y hasta se habla de McLaren. Sobre esto sólo puedo decir que hasta que no lo vea...

Quizás merecerían un capítulo aparte estos dos años, 2005 y 2006,porque tal vez cuando volvamos la vista atrás podremos darle la importancia que tiene lo conseguido en estos años, ahora quizás no tenemos la suficiente perspectiva, o no queremos tenerla.



Y llegamos a 2007, ese año lleno de polémicas y desencuentros entre Fernando Alonso y su nueva escudería: McLaren. Largo sería de contar todo lo que pasó aquél año, pero ya lo cuenta mucho mejor un gran experto de la F1, Carlos Castellá, en una serie de posts relacionados con el tema y que merecen ser leídos, y hasta enmarcados. Léanlos, ¡¡¡no me sean vagos¡¡¡





Quizás el mejor coche que ha pilotado FA...quizás, quizás, quizás...Del mono ya no opino






































Y por fin llegamos a esos dos años fatídicos, 2008 y 2009, en los que no se sabía muy bien si lo que pilotaba Alonso, ese hombre con cuello más que vitaminado y mineralizado, era una cafetera o un coche con sus cuatro ruedas y hasta motor. 

Y precisamente porque soy de naturaleza romántica y dada a estar al lado de los  perdedores, me fui a hacer una foto al lado del peor coche de la historia (sí, ya sé que los hubo peores...pero hay que hacer esto un poco literario):  ¡¡¡Sí¡¡¡¡ Al lado del Renault de 2009, de cuyo nombre mejor olvidarse, pero que ahí está, con todo su color amarillo chillón y queriendo hacerse notar.

Lo que no se puede negar es que no tengo ni un poco de vergüenza, nadie se hacía fotos en esta parte de la exposición...me dio hasta pena del pobre Renault, con la épica que nos aportó...

Pensaréis que me olvido de esos coches de color rojo, en concreto el F-10 y F150 Italia (cuando fui no estaba el F2012), pero quizás es que ese capítulo merece un post enterito e individualizado...juraría que sí. Y si ya pienso en la crisis ferrariana, eso ya merece una serie entera al estilo de Falcon Crest (incluso creo que D. Luca le da un aire a Ángela Channing)

Pero será en el siguiente capítulo, que ya os he cansado bastante, creo.

En próximos episodios: Ferrari, Ferrari, ¿porqué nos abandonaste?.. o algo así.

Y, sobre todo, mis disculpas si existe algún error en cuanto a años, coches, escuderías, etc. porque ya saben: sólo sé que no sé nada, que decía uno en Grecia.

lunes, 23 de junio de 2014

Alicia a través del espejo






(Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero. “Animales de los espejos”, en Manual de Zoología Fantástica”; 1957)

En noches como ésta, en la que la intuición augura sueños más reales que la consciencia, pienso en Alicia y su viaje maravilloso. Recuerdo la historia de Lewis Carroll y me invade la necesidad de perderme en ensoñaciones que me lleven a conocer a los más extraños personajes, o, quizás, ser la Alicia que se convierta en Reina pasando a través de un espejo.

Y sin embargo, lo que me encuentro a través de muchos espejos, no es esa jugada de ajedrez que juega Alicia hasta convertirse en Reina, y no encuentro los reflejos de la Reina Roja o la Blanca. A veces tan solo encuentro una imagen desvaída de una persona que ha mirado demasiado en otros espejos antes que en el suyo propio.

En el libro de Carroll, Alicia se convierte en una viajera mágica que consigue atravesar el espejo y vivir la realidad o ficción que existe detrás de éste, conoce personajes fantásticos y juega con ellos una partida de ajedrez, con reglas reales e inventadas a partes iguales. En el desenlace, consigue llegar al final del tablero y se convierte en reina, siguiendo las reglas del juego.

Resulta difícil no asumir que los mundos imaginarios de Carroll no sean demasiado reales y basados en nuestro prosaico mundo más cercano, son demasiadas las comparaciones o las metáforas que pueden establecerse en la invención de sus extraños universos y personajes.
Y, sin embargo, a veces me pregunto si no es más real el mundo imaginario que intuyo a través de los espejos, esos universos paralelos que quisiera inventar y soñar desde pequeña. A veces miro a mi alrededor y encuentro un mundo más extraño e irreal en la vida que me rodea.

Y también me pregunto qué es lo que miran los demás cuando me ven, a veces no hacen falta palabras para intuir lo que es. Pero ya no quiero hacerme estas preguntas, he pasado demasiado tiempo intentando buscar respuestas que estaban más cerca de lo que pensaba, y que ahora ya no necesito ni tienen la importancia que les daba. 
He buscado lo que no necesitaba mirando a los ojos de las personas que me ofrecían una imagen distorsionada de mí misma, y es tiempo de volver la vista hacia el lugar correcto en el que buscar. Estaba muy cerca, pero yo muy mal orientada.

No tenía más que mirar en mi espejo, y entrar en el mundo que se reflejaba, para entender lo que soy, lo que quiero ser, y lo que no cabe ya dentro del espejo.
Tal vez ahora es el momento de comenzar a jugar esa partida de ajedrez, y divertirme jugándola, con los personajes que me quieran acompañar en mi viaje hacia el final del tablero, allí donde todos nos convertimos en soberanos de nuestras vidas.

Empieza la partida. ¿Alguien juega? 




photo credit: Daniel Semper via photopin cc

lunes, 2 de junio de 2014

Un lugar en el mundo


Hace ya muchos años de mi infancia, pero hay cosas que no se olvidan nunca, se quedan grabadas en la memoria sin ninguna dificultad, quizás porque tu inocencia te impide poner barreras a nada, o tal vez porque algún día aprendí a no dejar de mirar con los ojos de entonces.

Yo nací en un barrio de la periferia de Madrid, una zona industrial que aún sigue en pie, como todos los sitios donde la gente humilde consigue echar raíces muy profundas y se deja la piel por conservar lo que considera suyo. De esos sitios que se quedan dentro y vuelven a ti de manera recurrente a través de olores, sabores, imágenes, colores...esas pequeñas cosas que luego te acompañarán el resto de tu vida.

No sé si uno es de donde nace o de donde habita, todavía no he encontrado la respuesta. Lo único que sé es que una siempre vuelve a los tiempos en los que huele a verano y se oyen risas de niños que juegan en la calle. Ese tiempo en el que todavía no has aprendido lo que es el miedo, ni sabes de qué color es el dinero, un tiempo para mirar al mundo con los ojos más limpios que tendrás nunca.

Probablemente, uno de las imágenes que he guardado con más cariño desde entonces, es el de las flores silvestres, esas que nadie quiere ni recoge, aquéllas que estaban en los descampados cercanos a mi casa, que eran las únicas zonas verdes por entonces, y donde, por supuesto, jugábamos todos los días con la firme creencia de que era el mejor lugar del mundo. Y todavía lo sigo creyendo. 

A veces me pregunto cual es mi lugar en el mundo, ese donde quisiera que mis raíces crecieran hasta hacer brotar las más bonitas flores silvestres. Me he preguntado siempre a quien pertenece una cuando no ha conseguido echar raíces en ninguna parte, cuando ha dejado atrás de manera recurrente todo aquéllo que ha querido.

Me pregunto demasiado y no encuentro ninguna respuesta más que aquellas que me dicen que soy una persona desarraigada destinada a no pertenecer a ningún lugar. Y, sin embargo, a veces mientras paseo por el campo la vista se me pierde hasta encontrarme con algún color ya familiar, algún olor a verano, alguna flor salvaje...y entonces me acuerdo de quién soy y de donde vengo. 

Yo pertenezco a ese descampado de enfrente de mi casa, a ese sitio con flores silvestres, a esas calles de barrio pobre, a las vías del tren que no iba a ninguna parte, a las fábricas cercanas llenas de trabajadores muy humildes que emigraron desde todas las regiones de España. Soy de donde mis recuerdos son más claros y transparentes, del lugar en el que he caminado con total inocencia, del sitio al que jamás volví pero nunca he dejado.

Si algún día quiero recuperar la infancia que llevo dentro, no tengo más que mirar las flores, ahí estoy yo y ahí está mi lugar en el mundo.



photo credit: Martin_Heigan via photopin cc