martes, 21 de junio de 2016

Nunca pierdas la esperanza



Tal vez no sea yo la persona más indicada para pedirle a nadie que nunca pierda la esperanza.
Si, decididamente no lo soy, pero incluso me atrevo a rogar, y suplicar, que no la pierdas, nunca, jamás te abandones a la tristeza por pensar que está todo acabado y no hay nada que puedas hacer.


Es posible que yo haya sido la persona que más veces haya perdido la esperanza, la alegría, la ilusión…incluso hasta convertirme en el cenizo que muchos recordarán, tal vez porque no sabían lo que había dentro de mí. Y es que es difícil ahondar en ese abismo insondable que somos las personas, y hemos convertido la vida en algo que discurre tan rápido, que no hay tiempo de pararse a mirar más allá de lo que tenemos delante de nuestras narices.


Te pido que no pierdas lo que yo he perdido tantas veces. 
Te pido que lo hagas por las muchas personas para quienes eres, has sido y serás tan importante como para llevarte grabada a fuego en el corazón.  Sé que me entiendes con estas pocas palabras que salen ya encogidas y van perdiendo brillo. Tú siempre tuviste la cualidad de ver más allá de lo visible.


Te ruego que luches, aunque ya no puedas, aunque duela demasiado. Te pido que sigas poniendo música a la vida, y brillo a los días, como siempre hiciste en cada paso que diste.


Te lo pido a ti, que eres viento, nube, agua de lluvia, rayo de sol…Te pido el regalo de los días que vendrán para mostrarnos que la vida es algo más que transitar hasta caer en el abismo.


No pierdas nunca la esperanza…te lo pido a ti, os lo pido a todas.

Me lo pido a mi misma.

lunes, 20 de junio de 2016

Siete pecados capitales: La Envidia


Envidia: "Sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee."

Debe ser altamente frustrante despertarte por la mañana pensando que tu vida sería mucho mejor si estuviera rodeado de las cosas que adornan la vida de otros. Siempre me pregunto qué siente una persona a la que atacan ese montón de dañinos pensamientos automáticos del tipo: "Soy la persona más desgraciada del mundo porque no tengo lo que disfruta esta o aquélla persona".

Lo deseable sería poder utilizar la empatía, esa habilidad social de la que carecen las personas envidiosas, y que nos hace ponernos en el lugar de la otra persona, para poder entender qué es lo que causa este comportamiento (al que ahora llaman tóxico, luego ya veremos cuál es el término que se utilice). Sin embargo, parece difícil entender que algunas personas son capaces incluso de hacer daño, y mucho, por el simple hecho de envidiar y desear aquéllo que no tienen, y que, quizás, nunca podrán tener.

En el "Otelo" de William Shakespeare, aparece como tema principal (en mi opinión, mucho más que los celos), la envidia que tiene Yago del amor de Otelo  y Desdémona. Este sentimiento le hace tramar un complejo plan para engañar a Otelo y generar en él los celos, que al final llevan al trágico desenlace. Otelo mata a Desdémona debido a los celos que alguien enfermo de envidia, instaló en su corazón. Es la envidia la que mata, la que hace sufrir, la que convierte a Yago en un monstruo capaz de destruir aquello que desea.
En realidad, las personas envidiosas no aman, tienen el deseo de poseer aquello que otros tienen, por la sola necesidad de paliar un complejo de inferioridad que les mata lentamente. Ciertamente, es un sentimiento erróneo porque, ¿es mejor lo que tienen otros?, ¿realmente van a ser más felices con las posesiones de los demás?

La respuesta, creo, es un no rotundo. Las personas que envidian de una manera insana y dañina nunca serán más felices con lo que tienen otros, no buscan la posesión, buscan sentirse en una posición de superioridad que creen merecida y la vida les niega. Culpan a los demás de su supuesta inferioridad e intentan tirar a los demás de ese pedestal al que ellos mismos han aupado por pensar que las posesiones les han hecho ser personas de mayor calidad.

Quizás el problema nace precisamente de la necesidad imperiosa de TENER, olvidando que lo que nos hace personas es precisamente el SER. Pero llegamos tarde para cambiar cosas que son eternas, inmutables, que pertenecen a la esencia inicial del ser humano y que nos hacen lo que somos, seres incompletos con necesidad de aprender  constantemente. 
Quizás olvidamos que la vida no es más que eso, un aprendizaje constante que nos lleve a desprendernos de aquella parte oscura que todo ser humano lleva consigo. 

Tal vez estamos en este mundo para algo más que intentar agarrar el aire que respiramos mientras nos olvidamos de que es un pequeño viento que no pertenece a nadie y va y viene como todo lo que es libre en la vida.

Si alguna vez envidio algo, me gusta pensar que ese viento amigo que no pertenece a nadie, se llevará esos pensamientos que me hacen sentir tan aislada y sola frente a la nada. Tal vez no sea tan malo elegir otros caminos distintos, aunque éstos sean más inhóspitos y llenos de dificultades. A la larga, siempre te das cuenta de que era el camino menos doloroso.

Lo único que os deseo es que podáis encontrar en las dificultades de ese camino a alguien que venga de frente y os diga de corazón: "Ultreia, sigue adelante y que nada te detenga".

martes, 14 de junio de 2016

Siete pecados capitales: La Vanidad


Vanidad: "Orgullo de la persona que tiene en un alto concepto sus propios méritos y un afán excesivo de ser admirado y considerado por ellos".


De entre mis más escondidos recuerdos, tengo uno especialmente doloroso que guarda relación con algunas situaciones en las que alguien quiso humillarme, con más o menos voluntad al respecto. Siempre hay personas así en las vidas de todos y todas, lo trascendente solamente ocurre cuando tienes la brillante idea de dejar pasar a través de ti algunas de esas palabras, o hechos, que saben clavarse como puñales.

En realidad, todas aquellas ocasiones en las que alguien pretende y busca la humillación o el menosprecio de cualquiera, forman parte muy importante de la naturaleza humana, nos guste o no. No creo que sea nada nuevo ni especial, y, sin embargo, hasta que aprendemos algunas cosas básicas al respecto, estas situaciones pueden hacernos tanto daño que es dificil olvidarlo y se convierte en un pequeño o gran trauma que nos acompaña. La elección es nuestra siempre, aunque nos parezca imposible, y consiste en elegir sufrir o no hacerlo.

Por desgracia, o por suerte (cualquiera sabe donde está la suerte), no creo haber descubierto cuál es mi lugar en este bendito mundo, ni raices o cosa que se le parezca. Y en esos múltiples momentos en los que he recorrido espacios, siempre he encontrado palabras bonitas para describirlos porque pienso que todos los lugares son hermosos, incluso aquéllos en los que he sentido la más cruel de las soledades. En algunos de ellos, no diré cuáles, he encontrado demasiados momentos en los que alguien pensó que era buena idea hacerme ver que no debería acercarme demasiado, y entiendo perfectamente lo que significa sentirse como una isla a la deriva rodeada de hostilidad.

Es tremendamente revelador cómo algunas miradas dicen mucho, pero lo fascinante es la importancia excesiva que solemos darle a aquéllas personas que pretenden hacernos ver que no estamos a su altura, o algo similar a esto. Algo tan antiguo como la vida misma, que consiste en asignar carnets de primera o segunda según criterios que no están muy claros. Y, sin embargo, convertimos ese criterio en un dogma sin posibilidad de discusión ni error.

Cuando damos excesiva importancia al criterio de los demás, a esos que claman al viento para que todos puedan ver tu pequeñez dentro de este loco mundo, lo único que hacemos es aumentar su vanidad, porque ésta se alimenta precisamente de tu pequeño o gran tormento personal, probablemente necesitan hacer esto porque no saben enriquecer su vida de otra manera que no sea engordando el ego. Si lo pensamos de esta manera, es bastante decepcionante buscar la autoestima a base de hacer que otros la pierdan. 

Pero así funciona a veces la mente humana, y no es algo nuevo, mi consejo es cerrar ojos y oidos a todos aquéllos que viven de la vanidad como si fuera una necesidad fisiológica, pero, ¿quién soy yo para dar consejos? Yo, que he abierto ojos y oidos a todo tipo de personas con el ego subido y con necesidad de agrandarlo...

¿Cuál es el argumento que te hace pensar que alguien que muestra su vanidad mientras intenta hundir tu propio orgullo, tenga un espacio más privilegiado en este mundo de locos? La respuesta siempre debe ser la misma, el argumento no existe, sólo existe lo que uno quiere creer al respecto.

¿Durante cuánto tiempo puede alguien dar más importancia a otras personas que a sí misma? Exactamente el tiempo que tarda una en darse cuenta de que la importancia no existe en las cosas que se ven con los ojos.

Quizás mereció la pena caer algunas veces al suelo, porque allí encontré muchas cosas que no hubiera conocido jamás en las alturas en las que habita la vanidad. Por eso, estoy convencida de que fue un privilegio la caida, ella me hizo darme cuenta de quién y qué es lo verdaderamente importante.

Caed, no os importe...dejad que la tierra os humille y os enseñe la propia esencia de la vida y el ser humano. Pero después, levantaos y continuad el camino, ya no se verá del mismo color oscuro.

Ese será vuestro orgullo.




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